Artículo elaborado por el Dr. Ramón Chehade Herrera, publicado en Diario Gestión el 09 de Mayo de 2016.
Las ciudades se han convertido a nivel mundial en el principal espacio urbano donde la mayoría de la población vive, estudia, trabaja y satisface sus distintas necesidades de ocio y esparcimiento, habiéndose consolidado ya en el mejor y más eficiente lugar para la multiplicación de las oportunidades de los ciudadanos.
Parte del atractivo de las ciudades descansa en la calidad y calidez de sus espacios públicos, que ofrecen lugares para el encuentro urbano y desempeñan un papel importante en la calidad de vida de sus habitantes. Por esa razón, es habitual comprobar que los promotores de edifi cios de vivienda u oficinas compiten por desarrollar sus proyectos frente a parques, pues son plenamente conscientes de que el espacio público nutre y fortalece las actividades urbanas de vivienda u oficinas.
Así, cuando la iniciativa privada y la acción pública municipal se encuentran alineadas en alcanzar un mismo objetivo enfocado en la generación de espacios urbanos de calidad, vemos de pronto cómo los tradicionales muros ciegos de los edificios se transforman en elementos verdes igual de seguros pero mucho mas amigables con la calle, reemplazándose por atrevidos elementos arquitectónicos que dejan de darle la espalda al espacio público para acercarse y confundirse con él, logrando articular el espacio público con el privado, alcanzando ese encantador efecto que aparenta que el primero es una prolongación natural del segundo
Si además de los parámetros urbanos que definen la forma de la ciudad, las viviendas se complementan con actividades como cafeterías, restaurantes y comercios vecinales, las calles se vuelven dinámicas y seguras.
Las calles con usos mixtos son permanentemente animadas por peatones que transitan en ellas a distintas horas del día, inyectando vida a la ciudad, enriqueciendo su funcionamiento, disminuyendo las distancias de movilización y creando una vigilancia pasiva entre las personas. Para alcanzar esa efervescencia urbana se requiere una intervención municipal inteligente que busque reivindicar al peatón en el centro del escenario urbano.
Ello se consigue ensanchando las veredas de las calles, incorporando más áreas verdes, eliminando espacios de estacionamiento que restan área para las personas, creando ciclovías que alientan el desplazamiento seguro de los vecinos, mejorando la iluminación de la calle, entre otras varias medidas.
La seguridad ciudadana es otro factor que también resulta multiplicado como consecuencia de estas intervenciones urbanas, pues al estimularse la caminata peatonal en veredas más amplias y generosas rodeadas de comercios diversos, se generan mayores viajes a pie incrementando el número de personas y ojos en la calle, lo que reduce la delicuencia callejera.
Así, gracias a elaboradas intervenciones urbanas que restan espacio para los vehículos para devolvérselo a los peatones, se crean las condiciones idóneas para estimular la inversión privada en las propiedades adyacentes a la vía intervenida, lográndose alcanzar el círculo virtuoso del desarrollo urbano moderno, generando ciudad y espacios públicos de calidad para los ciudadanos que son,en última instancia, la razón de ser de su existencia.
Fuente: Diario Gestión