En el portal de Transparencia del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y en el Sistema de Contrataciones del Estado se puede ver que Miraflores, San Isidro y Surco han destinado el mayor porcentaje de dinero a la administración de sus recursos, es decir, pago a funcionarios y personal operativo, manejo de registros civiles, mejora de locales municipales, etc. Su segunda opción de gasto fue seguridad ciudadana, mejoramiento de parques y limpieza pública, y en el caso de Miraflores habría que adicionar la rehabilitación de vías y control del tránsito.
En este distrito, al igual que en Surco, los vecinos aprueban las obras viales realizadas, pero no su falta de previsión, pues ocasionaron congestión vehicular.
“Los vecinos eligen qué obra hacer a través del presupuesto participativo”, asegura Carlos Asmat, gerente de Planificación de Miraflores. No obstante, en los concejos esta opción vecinal con suerte involucra el 13% del presupuesto que se puede gastar, por lo que el alcalde y sus funcionarios deciden el resto.
Callao —que junto a Lima recibe un altísimo presupuesto— también optó por invertir más en gestión administrativa, área a la que le incluyó S/.27 millones (desde el 2008 al 2010) para construir su Palacio Municipal. La limpieza, rehabilitación de vías, mejora de áreas verdes e iluminación de calles le siguieron en la lista, muy por encima de la seguridad ciudadana (1,9% del total de su presupuesto).
José Danós, regidor de esa comuna chalaca, dice que la apuesta del concejo es recuperar lugares abandonados para que no sean focos de delito. “El caso del palacio municipal era necesario porque no teníamos una sede”, dijo.
DE NUESTRO BOLSILLO
En Chorrillos encontramos una inversión pareja en gestión administrativa y en mantenimiento de vías, pero también en limpieza pública y mejoramiento de parques, aunque esto último no ha sido consultado a los vecinos, pues la mayoría de los entrevistados se oponen a la construcción de una enorme pileta en el óvalo Villa (cerca de asentamientos humanos con necesidades primarias), la destrucción del parque Cuadros y la dotación de 120 focos de faroles en la plaza San Pedro, que mide una cuadra de largo por media de ancho. ¿Eran inversiones necesarias? El concejo no respondió.
La Victoria, en tanto, optó por gastar más en parques y parchado de vías, y menos en reducir la delincuencia. Personal de la comuna dijo que las deudas de las gestiones anteriores los atan de manos.
De acuerdo con Ciudadanos al Día (CAD), el presupuesto de cada concejo proviene principalmente de recursos ordinarios, 16% (tributos principalmente); recaudación, 31% (rentas, tasas, venta de bienes, servicios); Foncomún, 13% (del Ejecutivo); e impuestos municipales, 30% (predial, alcabala, vehicular, etc.). Revisando solo este último rubro, se puede ver que los vecinos que prácticamente mantienen su distrito son los de San Isidro, San Borja, Miraflores, Jesús María y La Molina, pues su aporte llega casi al 50% de lo que el alcalde reúne cada año. “Los municipios nos cuestan a los vecinos, por lo que debemos saber en qué se gasta y exigir que esa inversión sea útil”, explica Beatriz Boza, de CAD.
Ello resulta necesario si se tiene en cuenta que, más que inexperiencia en el gasto, el inadecuado uso de recursos podría esconder indicios de corrupción. En los últimos cuatro años la Contraloría General de la República tuvo en la mira a siete concejos: San Juan de Lurigancho, Breña, Ate, Cieneguilla, Barranco, Rímac y La Victoria por “actos ilícitos relacionadas con procesos de selección, ejecución de proyectos y pagos irregulares por trabajos no efectuados”, según refirió personal de esa entidad sin entrar en detalles. En todos los casos se dispuso el inicio de acciones legales. Cabe resaltar que los alcaldes de esas siete jurisdicciones van por la reelección.
A LARGO PLAZO
Según la data del MEF, en promedio, el total de municipalidades de Lima Metropolitana invirtió la cuarta parte de su presupuesto en gestión de sus recursos, y 35% en bienes y servicios.
Para Eduardo Morón, ex viceministro de Economía, la importancia que se da a solventar la administración edilicia evidencia que la preocupación solo está en mantener tal cual el aparato municipal y sus servicios. Sin embargo, señala que el hecho de que las obras no se relacionen a los problemas de cada distrito indica que los alcaldes no cuentan con parámetros que le digan qué hace falta ni tienen un plan de inversiones que trascienda su gestión, como lo hay en ciudades de Chile y Colombia.
“No se piensa en inversiones que perduren en el tiempo o solucionen problemas macros. A algunos alcaldes les parece mejor invertir en lo pequeño y llamativo para colocar una placa rápido. Se opta por mantener o retocar lo que encontraron, y esa es una visión muy primaria de la administración municipal”, sostuvo.
EL DATO
Sin control
Ate destinó entre el 60% y 80% del Foncomún para obras, que es lo ideal . No hay reglas claras sobre esta fuente de dinero, pues otros lo usan más para pagar planillas.
Fuente: Diario El Comercio