Ramon Chehade 060717

Articulo escrito por el Dr. Ramón Chehade Herrera y publicado por el Diario Gestión el 6 de julio de 2017.

La implementación de sistemas de restricción vehicular es una medida muy utilizada en ciudades densamente pobladas para retirar vehículos de las calles cuando su número alcanza cantidades que saturan las vías de la ciudad.

Sin embargo, dicha medida de naturaleza temporal debe ir necesariamente acompañada de decididas acciones que desincentiven el desplazamiento vehicular y estimulen el uso del transporte público, el traslado privado compartido y el uso de la bicicleta como alternativas de movilidad urbana sostenibles.

 

En vista de que la medida del pico y placa está íntimamente relacionada con el espacio que ocupan los vehículos en su desplazamiento por la ciudad, pensemos también que los autos no solo consumen espacio cuando están circulando, sino que también lo consumen -y por mayor espacio de tiempo inclusive- cuando están detenidos (que es la mayor parte de la jornada laboral de una persona trabajadora promedio), llegando incluso en la mayoría de los casos a requerir una mucha mayor área para su estacionamiento que aquella requerida por la persona para realizar sus actividades laborales.

Para desincentivar el uso del automóvil, algunos países han optado por incrementar progresivamente los impuestos a la gasolina o por restringir los accesos motorizados a determinadas zonas de la ciudad, exigiendo el pago de un impuesto a aquellos conductores que deseen ingresar a dichas zonas (como lo hizo por primera vez Singapur al implementar esta medida en 1995 y Londres posteriormente), lo que en nuestro caso podría contribuir a retirar rápidamente de las calles a un importante número de vehículos y en especial de taxis informales que ocupan indiscriminadamente el espacio público.

 

Otra significativa fórmula para desincentivar el desplazamiento motorizado empleada con éxito en otras ciudades del planeta, es la implementación de los usos mixtos del suelo, pues ayuda a disminuir la dispersión urbana al permitir que diversas actividades cotidianas puedan realizarse a cortas distancias peatonales, haciendo por tanto innecesario el desplazamiento vehicular, lo que demuestra que la zonificación mixta del suelo fomenta la densidad urbana, reduciendo en consecuencia la necesidad de desplazamientos motorizados.

 

Por otro lado, interesa anotar que la construcción de nuevos by passes para aliviar los congestionamientos vehiculares no necesariamente terminan por solucionarlos, pues muchas veces solo logran trasladar la congestión a otras intersecciones de la ciudad, con el inconveniente adicional que en su afán de privilegiar el transporte vehicular, generan verdaderas grietas urbanas que interrumpen la conectividad para los principales ocupantes y usuarios de la ciudad: las personas.

 

Las ciudades latinoamericanas que han implementado el sistema de pico y placa han logrado retirar diariamente de las calles hasta un 20% del número de automóviles cuando restringen dos dígitos de las placas y hasta un 40% cuando restringen 4. Acciones de este tipo -como la acertada eliminación de los giros a la izquierda en arterias viales principales de la ciudad- constituyen acertadas medidas de gestión de tráfico de fácil y rápida implementación que mejoran sustancialmente la circulación vial mientras se terminan de construir las nuevas líneas de metro o se incorporan nuevas unidades de transporte público en superficie.

 

Lima reclama a gritos una única autoridad metropolitana de transporte que gestione y coordine las distintas formas de desplazamiento público y privado en la ciudad así como inmediatas iniciativas de gestión de tráfico que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos. Las autoridades metropolitanas tienen la palabra.

 

Ramon Chehade 060717

 

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