Artículo elaborado por el Dr. Ramón Chehade Herrera, publicado en Diario Gestión el 15 de Setiembre de 2014
Días atrás asistí como panelista invitado a una audiencia pública convocada por el diario El Comercio, donde los representantes de los 13 partidos que aspiran llegar a la Alcaldía de Lima hicieron una exposición de sus planes para gestionar la ciudad y presentaron sus propuestas para resolver nuestras deficiencias urbanas.
Debo decir que salí más preocupado de lo que llegué. Salvo un par de buenas intervenciones que revelan claridad de pensamiento en la visión de la ciudad, el resto de discursos no convenció (y hasta preocupó).
Lo escuchado por cerca de cuatro horas fue una constante repetición de los males de una ciudad agonizante que ya todos conocemos, con discursos a veces inconexos (como nuestro urbanismo local) con muchos diagnósticos y pocas propuestas innovadoras y realizables.
Llamó la atención que ninguno de los representantes de los partidos políticos aborde temas tan álgidos y urgentes como los eternos conflictos de límites distritales pendientes de resolver entre los distritos de la capital. Preocupó igualmente el desinterés de los aspirantes a autoridades municipales por elaborar y aprobar los planes urbanos, herramientas indispensables para la planificación y ordenación de la ciudad. Tampoco se escuchó nada respecto a la implementación de ventanillas verdes para facilitar e incentivar proyectos con un alto compromiso medioambiental.
No se mencionó ni una palabra sobre las denominadas Zonas de Reglamentación Especial (Lima tiene más de 33) que son sectores de la ciudad carentes de regulación urbanística y cuyos propietarios de suelo (vecinos de Lima) están esperando desde hace años que sus respectivos distritos, junto con la MML y el IMP cumplan con su tarea pendiente y asignen de una vez por todas una zonificación a esos territorios y los rescaten del ostracismo urbano en el que fueron condenados por administraciones anteriores.
Finalmente, tampoco se escuchó ninguna propuesta para regular la extensión vertical de la propiedad privada en el subsuelo urbano, tema que viene cobrando tremenda vigencia en estos días pero que, tal como viene sucediendo con el resto de asuntos urbanos de primera importancia, parecen que están condenados al olvido. Así las cosas, todo indica que en los próximos cuatro años, si bien mejoraremos en algunos aspectos urbanos, no se vislumbra aún una visión articulada, clara, consensuada y sostenible que libere a Lima del caos y la desinteligencia urbana.
Es rescatable comprobar la existencia de algunos postulados bien intencionados que buscan alejarnos del urbanismo medioeval para ir enrumbándonos hacia un desarrollo moderno, donde los usos mixtos del suelo deben potenciarse con mayor intensidad pues, aunque parezca mentira, esa dinámica urbana de peatones a todas horas del día (y de la noche) es lo que contribuye a fortalecer la seguridad ciudadana y combatir la delincuencia urbana que es actualmente un legítimo reclamo de los habitantes.
Lima es un claro ejemplo en el que la acción gubernamental enfocada en la construcción y manejo de la ciudad ha fracasado, lo que nos plantea ahora enormes desafíos urbanos para contener y reorientar el crecimiento de una metrópoli desbordada, donde la gente no vive, se acomoda. Ojalá que el próximo alcalde comprenda nuestras impostergables urgencias urbanas y asimile debidamente la necesidad de construir y generar ciudad.