Artículo escrito por el Dr. Manuel Madrid Tataje para el IPDU

  

Los últimos días venía revisando nuestra Carta Magna de 1993 en busca de alguna disposición que amparara nuestro derecho constitucional a aparcar en la vía pública. Evidentemente, nunca la hallé.

El boom inmobiliario no sólo trajo consigo una importante inyección de inversión a nuestra economía nacional, trajo también diversos conceptos y supuestos derechos que vienen siendo exigidos con mayor notoriedad por los diversos actores que participan en la transformación de nuestras ciudades.

Una de estas exigencias es la de contar con suficientes espacios de estacionamiento en nuestra cada vez más deteriorada, congestionada y convulsionada ciudad capital. Los ciudadanos venimos acostumbrándonos a que nuestras autoridades municipales resuelvan cada uno de nuestros problemas urbanos, y ello incluye el déficit de estacionamientos que los privados no concretan al interior de sus proyectos.

Al respecto, la reglamentación urbanística vigente establece que los proyectos edificatorios deberán resolver dentro del lote la dotación de estacionamientos exigida por los Parámetros Urbanísticos y Edificatorios, los cuales se encuentran destinados a satisfacer su demanda interna y la de sus visitantes. 

A pesar de ello, la norma viene siendo aplicada con mayor rigurosidad tan solo desde hace algunos años, cuando se ha mejorado el marco normativo que regula tanto el proceso constructivo como el procedimiento para la obtención de las autorizaciones municipales; sin embargo, ¿Qué hay de aquellas edificaciones que fueron erigidas mediante la autoconstrucción o sin observar los ratios mínimos de estacionamiento o de aquellas que de lindas casonas con dos o tres parqueos pasaron a ser empresas saturadas de habidos proveedores, mensajeros, clientes o visitantes que buscan por los alrededores un huequito dónde instalar su vehículo?.

En esta pugna por ubicarnos en el lugar más cercano a nuestro destino, no hemos tenido mejor idea que hacer valer nuestro  presunto derecho constitucional a aparcar en la vía pública sin importarnos que los demás ciudadanos  cuentan con igual derecho a transitar libremente sin encontrarse con incómodos obstáculos sobre las aceras o impidiendo la circulación por las rampas diseñadas especialmente para personas con discapacidad.

Aquí algunos ejemplos:

 

 

Hasta aquí, es importante cuestionarnos: ¿La Corporaciones Municipales se encuentran obligadas a dotar de un mayor número de aparcamientos a quienes emplean sus autos para trasladarse a la bodega de la esquina o para aquellos que necesitan un lugar dónde dejar su vehículo mientras efectúan tal o cual gestión en uno de estos enormes edificios que (en su mayoría) sólo prevén la implementación de los espacios de estacionamiento exigidos por la legislación vigente?.

Vale la pena mencionar la propuesta que viene desarrollando la Ciudad de Hamburgo para el año 2034, la cual prevé restringir la circulación vehicular por el 40% de su territorio. Así, la segunda ciudad más grande de Alemania busca interconectar sus espacios verdes con el sistema de vías peatonales. La denominada Red Verde (nombre asignado por los profesionales urbanistas) no es más que el plan de sostenibilidad urbana para moverse en el centro de la ciudad a pie, en bicicletas o en transporte público por un sistema de vías verdes, actualmente en desarrollo y que deberían estar listas en 20 años. 

La Red Verde de Hamburgo conectará parques, cementerios y demás zonas verdes de la ciudad entre sí, cubriendo 17.000 hectáreas (el 40% de toda la ciudad) y permitiendo así el acercamiento de los espacios verdes hasta la puerta de cada habitante. Con esta propuesta, la ciudad alemana iniciará un inmejorable proceso para reemplazar la calzada vehicular por espacios verdes de calidad.

Y es que la generación de mayores espacios públicos para el aparcamiento (gratuito) no hará más que incentivar el uso indiscriminado de los vehículos y, en consecuencia, podría desalentar el uso de esos mismos espacios para la recreación pasiva o tránsito peatonal. Si bien nuestra ciudad capital (como la mayoría de las del interior) ha crecido de forma poco ordenada y más bien a pedido y voto de sus gobernantes de turno, creemos que las autoridades municipales deben estimular la inversión privada en la generación de Playas de Estacionamiento que, por ejemplo, empleen sistemas semiautomatizados de elevación que permitan estacionar dos o más autos en un solo espacio de estacionamiento.

Solo como un ejemplo de lo que viene ocurriendo de nuestra capital, el distrito de San Isidro, uno de los más acaudalados y de los principales de centros financieros del país, adolece de un gran déficit de estacionamientos que ha originado una invasión de vehículos en cada una de sus calles (las cuales desde siempre se caracterizaron por ser predominantemente residenciales). Así, advertimos que el Plan Urbano Distrital de San Isidro 2012-2022, identificó un desbalance de 12,700 espacios de estacionamiento (aproximadamente) en base a un estudio realizado en el año 2009 por el Instituto de Economía Urbana (INEUR).  Esta información evidencia el vertiginoso proceso evolutivo y de crecimiento que viene experimentando nuestra ciudad, el cual aparentemente ha sido advertido de forma tardía por nuestras autoridades.

 

Finalmente, conviene citar al ex Alcalde de la Ciudad de Bogotá, Enrique Peñalosa, durante su participación en el TEDCity 2.0 organizado por el TED  en setiembre pasado, logró acuñar una frase que grafica el momento en que se encontraría nuestra capital: «Una ciudad avanzada no es aquella en la que incluso los pobres tienen auto, sino aquella en la que hasta los ricos utilizan el transporte público».

Por lo anterior, tal vez convenga desarrollar mejores propuestas de transporte público masivo antes de continuar pensando en hacer más espacio para los autos en nuestros espacios públicos.

 

 

 

 

 

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