Antonio de la Calancha (siglo XVII)
Este fragmento de la crónica del padre agustino describe una Lima que cuesta imaginar. No hay registros documentales que señalen quién acuñó la frase “Lima, ciudad jardín”, pero escritos como este dan fe de lo que existía.
Hoy, en la ciudad se ha extendido cemento al punto que contamos con 1,98 m2 de áreas verdes por habitante, en comparación con los 9 m2 que recomiendan la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otras entidades, y sus congestionadas calles emanan dióxido de carbono (CO2).
Para contrarrestar esto, las municipalidades tratan de plantar árboles y flores o sembrar césped, pero, muchas veces, a ciegas.
“Son pocos los casos en los que la plantación es planificada. Esto se ve en árboles que caen por débiles o falta de mantenimiento; árboles podados drásticamente o cuyas raíces invaden tuberías y levantan pavimentos. Además, no todas las especies resisten la polución o producen oxígeno por igual”, refiere Poul Knudsen, especialista ambiental de la Sociedad de Urbanistas del Perú.
En las transitadas avenidas Abancay, Arenales, Petit Thouars, Tacna y Wilson, la Municipalidad de Lima ha plantado sauces, una especie que, como señala Manuel Mendieta, de la asociación Tierra Viva, demanda un riego abundante (su hábitat natural está en las orillas de ríos) y está recomendada para jardines.
Las angostas bermas de las avenidas Nicolás de Piérola, Angamos, Arica y Brasil, en tanto, cuentan con los ficus, árboles que demandan mucha agua y que, al no cambiar de hojas, deben ser limpiados constantemente para evitar que la polución los seque (como ha ocurrido en Surquillo). Además, por más que se pode, la maraña de raíces siempre se extenderá cual árbol grande.
POR MÁS OXÍGENO
Hace unos meses, la Universidad de Sevilla (España) difundió un estudio que señala que una hectárea arborizada en la ciudad (es decir una manzana) produce al día el oxígeno que consumen seis personas. Asimismo, se encontró que especies urbanas, como el melia (un árbol de sombra que absorbe más el dióxido de carbono), son más eficientes. Diez de estos árboles eliminan al día el CO2 emitido por 10.373 vehículos (cada uno libera 200 gramos por kilómetro recorrido).
Si se tratase del jacarandá absorbería los contaminantes de 1.405 autos.
Según el ingeniero Jorge Ugaz, director general forestal del Ministerio de Agricultura, además del ficus, otro árbol que se planta en Lima y no aporta grandes cantidades de oxígeno es la palmera. Además, está el césped, que tiene otro factor en contra: con la misma cantidad de agua que se requiere para mantener una hectárea se puede regar más de 100 molles.
Según Ugaz, otra mala decisión son árboles como la tipa (que se aprecian en la parte miraflorina de la avenida Arequipa), dado que sus raíces tienden a romper veredas, al igual que la ponciana; y lamentó que no todos los concejos cuenten con personal especializado para podar y mantenerlos.
Para Jaime Rosales, ingeniero forestal del Colegio de Ingenieros del Perú (CIP), el problema es que Lima no cuenta con un plan de arborización urbana –como sí existe en Bogotá y en Buenos Aires– ,a fin de sacarle mayor provecho a las plantas, y que evite que se tumben, poden o cambien áreas verdes por mero gusto del alcalde de turno.
“El eucalipto es otro árbol de uso extendido cuya demanda natural de agua es tan fuerte que sus raíces buscan y rompen tuberías subterráneas para encontrarla. Las mismas hojas del sauce son tan angostas que la polución de la avenida Abancay terminará limitando su crecimiento. Un buen diseño dotaría a Lima de grandes cinturones forestales”, indicó.
“Mejorar la gestión de las áreas verdes no solo contribuye al medio ambiente, sino que ahorra recursos que son de los vecinos, pues el mantenimiento de parques sale de los tributos”, agregó.
EL PAPEL MUNICIPAL
Si bien la Municipalidad de Lima tiene injerencia sobre el sembrado de áreas verdes en las vías troncales, los concejos distritales, en la práctica, también tienen decisión y acción en la renovación y mantenimiento de áreas verdes.
Luis Sanabria, gerente de Servicios a la Ciudad del concejo metropolitano, dice que sí cuentan con especialistas y planes para priorizar el sembrado de determinadas especies. “Es que una cosa es proponer y otra decidir desde dentro, considerando los recursos con que se cuenta”.
Miraflores y San Isidro diseñan la siembra y mantenimiento según las necesidades de cada sector. En Lince y Pueblo Libre, en cambio, se optó por darles un diseño ornamental a sus jardines, pues aseguran contar con suficientes árboles adultos. Pero en todos hay un problema común: La intransigencia de algunos vecinos.
“Quieren sembrar o controlar las podas, se organizan e impiden la labor edilicia”, cuenta Jimmy Sota, subgerente de Gestión Ambiental de Pueblo Libre.
Otra cara de esta moneda se ve en La Victoria, donde se han elegido plantas pensando en lo que no le gusta al vecino: “Pusimos flores ornamentales y se las robaron, por eso ahora hay geranios. Los árboles que usamos son taras y huarangos, porque tienen espinas, y así no se recuestan en ellos ni los usan de urinario”, explica Martha Fidel, gerenta de Parques y Jardines de esa comuna distrital.
Tal parece que se impone cierta desidia frente a los únicos pulmones que le quedan a nuestra otrora ciudad jardín. El reto es que no se generalice.
SEPA MÁS
Los árboles idóneos para Lima y que mejor resisten la alta contaminación de la ciudad son el molle, la tecoma, el huarango y el jaracandá. Requieren poco espacio y poca agua.
Rosa Brescia de Fort, co-autora del libro “Jardines para Lima y ciudades de regiones secas”, sostiene que en Lima debe usarse la técnica de los jardines xerófilos que permite ahorrar 50% de agua.
La experta recomienda cultivar árboles propios de la zona y reducir el césped en bermas centrales porque consume cuatro veces más agua que cualquier planta.
ÚTIL
1. El riego se debe realizar en la noche, para evitar la evaporación rápida, y se debe procurar lavar con agua a presión el follaje, para liberarlo de polvo y esmog.
2. Según el libro “Árboles de Lima”, de Sebastián Solari, Francisco Román y Tina Lerner, pintar la base de los troncos con cal previene la proliferación de hongos que lo pudren, neutraliza efectos de la orina y evita que algunos insectos suban a la copa.
3. Las podas en Lima, señala el libro, solo se deben realizar en invierno para que el árbol tenga tiempo de ‘cicatrizar’ y presentar nuevos brotes en primavera. La poda no debe implicar más de un tercio de las ramas vivas, si no, lo dañará.
Fuente: Diario El Comercio